lunes, 8 de marzo de 2010

En la suboscuridad

Javea despertó sobresaltada. Llevaba una semana dándole vueltas a algo en la cabeza, había una pieza que no encajaba y se desesperaba por saber cuál era. ¿Qué era lo que había pasado por alto? Se incorporó y se puso a remover a oscuras en la mochila hasta que localizó su libro de apuntes, lo sacó y metió su pequeña mano en otro compartimento sacando una bolsita de cuero que le habían regalado los moldeadores.

Mornan, tumbado a su lado, gruñó. Javea dejó de moverse, posó una mano cálida sobre su hombro y el guerrero pareció instantáneamente en paz.

Abrió la bolsita, cogió una de las piedrecillas de su interior y la puso sobre el cuaderno abierto. A los pocos segundos, el guijarro comenzó a emitir un brillo blanco-azulado bañando las letras y permitiendo de esta manera la lectura. Pasó las hojas con cuidado de no hacer ruído.

Y allí estaba.

Bueno, podía ser una coincidencia. Bostezó. Cerró el cuaderno y guardó sus cosas de nuevo en la mochila.

Una coincidencia, sí. De todos modos mañana lo hablaría con Samlara, quizá ella lo viese distinto.

Javea cerró los ojos y al fin durmió tranquila.

2 comentarios:

InsertCoin dijo...

Me tienes en ascuas, a ver que carajos ha encontrado esta moza...

Kineas dijo...

No ha encontrado nada, sólo es para tenerte en ascuas.

:P