sábado, 1 de mayo de 2010

Pequeñas cosas

Tres personas más entraron en el claro. Era fácil distinguir a dos de ellas como guerreras del ejército de Bayes, y veteranas, a juzgar por la mirada tranquila con la que les evaluaban. La tercera, sin embargo, no acababa de encajar con sus compañeras. Su mirada, abstraída, revelaba un profundo desinterés hacia ellos. Bueno, al menos no parecían peligrosas. Le daba la sensación de llevar colgado un garrote de gigante en vez de una maza, y sentía que se desmayaría del cansancio si tenía que levantarla una vez más en el día de hoy. Si de ella dependiera, se podrían haber quedado a dormir durante una semana en la cueva de los enanos... Algo se removió incómodo en su mente, algo que no recordaba...

-... y esta es Ivy, he pensado que os puede ayudar en vuestra misión -Nina Doorway había empezado a hablar en algún momento, y estaba presentado a sus acompañantes.
-Encantada de conoceros -dijo la última compañera de Nina en entrar al claro, dando un paso al frente.

Una nueva compañera. Desde luego, siempre era mejor una nueva compañera que una nueva enemiga. En fin, un poco de ayuda siempre sería bien recibida. La observó atentamente. Desde luego, la impresión que le había dado al principio de ser distinta de sus compañeras no era fortuita. Físicamente, era de menor estatura que ellas y, desde luego, menos corpulenta. Su pelo, una larga melena de color castaño oscuro, le caía como una cascada sobre sus hombros, resaltando unos ojos verdes que parecían estar pensando en otras cosas, en otro sitio.

Una nueva compañera, bien. En cualquier caso, tenía hambre. Y quería descansar. Muchas emociones en poco tiempo. O no, no lo sabía. Tampoco le importaba. La verdad, ahora mismo sentía más interés en la olla que Nina había dejado desatendida unas pasos más allá.