miércoles, 30 de diciembre de 2009

Un cuento a la luz de la Luna

No lo diré muy alto, pero aquí fue donde me encontré con la muerte por primera vez. Tendría... 20 primaveras a lo sumo y era un recién graduado en la academia, como vosotros, cuando nos trajeron al bosque del rey. Fue en este lugar donde acampamos y fue también aquí, durante la primera guardia, donde Jon perdió la vida.

Dicen que el bosque está dormido la mayor parte del año y que sólo durante estas fechas existe una noche en la que realmente cobra vida. Hace cuarenta años, a nosotros nos tocó esa luna. Nunca sabré qué se llevó a Jon. Súbitamente, en mitad de la oscuridad, él ya no estaba aquí. Pudimos escuchar sus gritos alejándose cada vez más mientras una risa hueca resonaba en nuestros oídos, una risa espeluznante y desde luego no humana. Tuvieron que morir otros dos compañeros antes de que nuestro instructor se decidiese a huir al fuerte con los restantes de nosotros. Sólo dos llegamos allí y el instructor no fue el otro.

Pero miradlo desde este punto de vista: yo sé que el peligro está ahí fuera, y si esta noche es la noche en que el bosque está despierto, cuando el primero de nosotros muera, sabremos que sólo huyendo salvaremos nuestras vidas. Es una ventaja a fin de cuentas.

Zack Cabbot. Bosque del Rey.

lunes, 28 de diciembre de 2009

En clave ogra

- Guata sin soa. Jara reb et laudr. Uph.
- ¡¡Rek rek rek!! ¡Guata sepa soa, inka set! ¡Negel meta ret. Ret naugh!

La luna se mostraba alta en el cielo mientras los dos ogros discutían a la luz del fuego. El explorador reculó unos centímetros ocultándose plenamente y dejando de ver a los gigantescos seres con el gesto. Tardó cinco minutos en alcanzar el resto del grupo, unos cien metros más abajo, tiempo que aprovechó para pensar en lo que harían ahora.

- ¿Qué has visto?
- Dos ogros discutiendo. Podríamos atacarles por sorpresa ahora y acabar con ellos rápido. Su prisionero, si sigue vivo, no le quedará mucho de vida tal y como estaba sangrando. Además, dos ogros no se paran a hacer un fuego si su campamento está lejos... y eso implica tesoro para todos.

(Rewind)

- ¿Qué has visto?
- Dos ogros discutiendo. Podríamos hacerlo complicado y esperar a la mañana, cuando haya la mayor luz posible para que ocultarnos sea más complicado... o mejor aún, no los encontremos y el prisionero haya muerto.
- Me parece buena idea.

martes, 22 de diciembre de 2009

Samlara IV (viaje Zet - Echo)

- ... finalmente ahí estaba nuestra Samlara, sola ante el ogro que prácticamente le doblaba en tamaño... Pobre, parecía tan asustada...
- ¿Y como no iba a estar asustada? ¡Vi a Wurden salir despedido por encima de mi! ¡Literalmente!
- Pobre Sam... e imagino que entonces te pondrías a usar esa porra tuya, ¿eh?
- ¡Ja ja ja! La movía de un lado para otro con las dos manos, intentando golpear al ogro, mientras que éste no hacía más que saltar cómicamente para evitar que ella le diera en las rodillas...
- ¡Ja ja ja!
- Pero lo mejor... ¡¡lo mejor era que sólo se podía oir como decía "SiraSiraSiraSira..."!!
- ¡No fue así, lo exageras todo!
- Yo lo creo, pero no te preocupes, mi pequeña Sam, sin duda Sira estará contenta contigo, eres toda una experta combatiente... ¿Como era aquello...? ¿"A Sira rogando y con la maza dando..."?
- ¡JA JA JA!
- Oh, sí, sois todos muy graciosos...

martes, 15 de diciembre de 2009

Samlara III (viaje Zet - Echo)

- Y entonces la ví salir con una sonrisilla que no me gustó nada.
- Ajam.
- Esa es una listilla, Mornan. Simplemente quiere provocar, jugar a ser adulta, estoy segura.
- Ya.
- ¡Pero bueno, mírala! ¡Ahí está otra vez!

Una joven muchacha acababa de aparecer en el claro de luz producido por la fogata. Permaneció durante unos instantes en el umbral mientras su mirada recorría a todos los presentes a la cena, soltándose el pelo que llevaba recogido en una coleta. En algún momento reconoció a quien estaba buscando, y con pasos ágiles se dirigió a su encuentro.

- Mira, mira como se acerca a él. Vaya una... una... descarada.
- Oh, si.
- No te veo muy convencido.

Sonriendo, sin dejar de comer, Mornan miró a Samlara directamente a los ojos. Parecía estar disfrutando de la situación.

- ¿Sabes que creo, Sam?
- ¿Qué?
- Creo que estás celosa.
- ¿¿Qué?? ¿¿Celosa?? ¿Celosa de qué, si se puede saber? ¿De una niñata que simplemente por haber desarrollado antes los pechos que el intelecto cree que puede moverse entre los adultos y tratarnos de igual a igual?
- Hum, bueno... más bien de una moza de buen ver - sus ojos volaron hacia la joven, que conversaba en aquellos momentos con Yank, no muy lejos de donde ellos se encontraban - que sabe que está lo suficientemente preparada para moverse entre ciertos adultos en cierto campo...
- ¡Eso... eso es absurdo!
- Claro. Nada que ver entonces que justo cuando la viste abandonar la compañía de Yank durante el viaje de esta mañana, te pusieras a toquetear a aquel joven que se te acercó, ¿verdad?
- ¡Yo sólo le enseñaba a manejar la maza! ¡Él mismo...
- La porra esa que manejas tan bien, por supuesto...
- ¡Él mismo se acercó a mi y me lo pidió, no yo!
- Lo que tu querrías es que Yank te pidiera que le enseñaras a usar la maza, ¿eh...? O mejor aún... que te pidiera que usaras SU maza, ¿eh...?
- Por Sira, Mornan, eres un cerdo...

Con lo nervios, Samlara apretó demasiado el trozo de pollo que estaba en su plato, el cual en represalia salió despedido hasta impactar contra la pechera de su traje.

- ¡Maldición! ¡Mira... mira lo que has conseguido... imbécil!

Se levantó y se fue de la mesa. A lo lejos, aún podía oír las risas de Mornan.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Una conversación

- La contratación de mercenarios extranjeros nunca ha sido bien vista por la inmensa mayoría de la población, pero el frente élfico se amplió mucho los últimos años y el consejo decidió... decidimos, admitir la propuesta.

- ¿Quién hizo la propuesta?

- Dianne Levin. Su principal rival fue Daemetrius y un poco Drognak, que se opusieron frontalmente a la propuesta inicial. La verdad es que nunca pensé que saldría adelante, pero como el voto es secreto no sé quién votó a favor y quién en contra.

- ¿Tú qué votaste?

- La verdad es que yo acababa de llegar y no sabía demasiado de qué iba el asunto. Me dejé influenciar en gran parte por Daemetrius y voté en contra... hoy habría vuelto a hacer lo mismo.

- Pero supongo que el tema de que serían orcos los contratados no se trató en esa asamblea.

- No, se habló de mercenarios de modo genérico... pero el consejo funciona así: si una propuesta sale adelante, quien la ha propuesto es el encargado de definirla hasta sus últimas consecuencias.

- Eso es un poco absurdo, ¿no?

- No realmente... es el consejo el encargado de destripar todas las consecuencias de una propuesta. Nadie contempló la posibilidad de que la raza contratada fuese orca, por lo que no se planteó esa condición a la contratación. Digamos que no hicimos bien nuestro trabajo.

- Bueno Javea, tú acababas de llegar...

- Ya, Aaron, pero eso no evita que no haya cumplido bien con mi trabajo. Me enteré de que eran orcos cuando sus tres barcos atracaron en Crow.

- ¿Tres barcos? ¿No eran dos? ¿Sabías tú algo de esto, calvo?

- Bueno, sí, pero no eran tres barcos realmente. Eran dos galeones pesados y un balandro más bien pequeño. No sé para qué querrán el más pequeño.

- Supongo que para hacer incursiones rápidas.

- Lo dudo. Era una embarcación peculiar.

- ¿Por?

- Pese al pequeño tamaño montaba dos balistas.

- Bueno, vale, puede que eso haga que sea menos rápida, pero sigue siendo más rápido que ir en galeón...

- Aaron, lo que Levo se ha olvidado de comentar es que esas balistas son fijas, y están apuntando hacia el interior del balandro.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Javea - Norte de Zet

- ¿Qué está pasando?
- ¡Quédate quieta y callada! No salgas por nada del mundo. ¿Me oyes?
- Sí...

Mornan se alzó y desenvainó su nuevo mandoble con elegancia. Javea intentaba imaginar lo que ocurría fuera de la exígua protección de la carreta. Alguna especie de bestia bramaba allí fuera, y los gritos de agonía de sus compañeros no parecían presagiar un buen desenlace del encuentro. Fue el momento en que el guerrero que la protegía empezó a lanzar tajos, el que eligió para asomarse y observar, aterrada, la escena.

El fuego del campamento crepitaba iluminando un baile de luces y sombras. Podía distinguir varios cuerpos caídos al frente y tres sombras de gran tamaño desplazarse velozmente sobre los combatientes aún en pie. Javea reunió fuerzas y venció su miedo, agarró la honda que le había regalado su padre adoptivo, la cargó y disparó al primer bulto más grande de lo normal que vio.

Falló.

Su cuerpo entero temblaba, apenas era capaz sostenerse erguida. Cargó de nuevo la honda mientras lagrimeaba. No quería morir, pero menos quería que alguno de sus compañeros muriera. Se balanceó y disparó de nuevo.

La piedra salió disparada contra la cabeza del monstruo impactando de pleno. Fue la gota que colmó el vaso: la bestia se derrumbó, desangrada por los tajos previos y el nuevo golpe. Javea vio el camino libre para llegar hasta sus compañeros caídos en combate y saltó del carro para socorrerles. Gery estaba malherida en el suelo, perdiendo abundante sangre por una herida en el costado. Se rasgó el vestido y aplicó una compresa contra ésta deteniendo la hemorragia. Poco más podía hacer por ella ahora. Wurden estaba a su lado, semi-insconsciente y hacia él se acercó en el mismo instante en que Mornan, recortado contra la luz de la Luna asestaba el tajo definitivo a la última de las bestias que quedaba con vida.

Javea, exhausta, aprovechó el momento para abandonarse a la inconsciencia.