miércoles, 28 de octubre de 2009

La historia hasta ahora - Bayes II

Los personajes se encuentran en Red Hook haciendo el servicio militar obligatorio. Son elegidos para unas maniobras en el bosque próximo al Fuerte del Rey, a un día de camino de la urbe.

Durante las maniobras tienen un par de enfrentamientos de baja intensidad con un grupo de kobolds y algún animal salvaje. Vuelven heridos y victoriosos al fuerte del Rey descubriendo allí una matanza de orcos. Características flechas negras se encuentran en sus cuerpos.

En Red Hook se encuentran con la llegada de una comitiva del gobierno del concordato (Sir Drognak -Echo-, Dianne Levin -Vaast-, Javea Orchid -Red Hook-, Daemetrius -Red Hook-). Se les asigna un puesto como guías y escoltas de los distintos nobles que van en ella. Transcurre el día con tranquilidad y llega el banquete nocturno. Hay un ataque élfico en mitad de la cena y los PJ huyen con Javea enfrentándose por el camino con un grupo de soldados venidos con Dianne Levin. Son salvados in extremis por los hermanos Whipple (Renly y Aaron). Huyen con Javea en el barco de Aaron.

Camino de Zet son atacados por un barco pirata. Durante el combate, el barco queda seriamente dañado y a la deriva acaban llegando a una isla. Explorando la isla se topan con una misteriosa cueva en la que una inscripción desvela una profecía.

Arreglado el barco, parten rumbo a Zet. En la ciudad portuaria se despiden de Aaron y llevan a Javea al palacio del gobernador, la dejan allí al cuidado de las tropas de Bayes siendo todo parabienes. A la noche, de vuelta a la posada y previo aviso en una nota de Javea, los personajes sufren un intento de asesinato. Sobreviven con facilidad pero no atrapan al asesino.

Al día siguiente se dirigen de nuevo a palacio. Allí, los ayudantes del gobernador (Lord Kelemvor), les indican que Javea partió anoche en carruaje a Crow. Habiendo contradecido lo acordado y notando cosas raras en el ambiente, los jugadores deciden seguir la comitiva para lo cual obtienen unos caballos y la ayuda de un guardabosques llamado Jank.

El carromato ha sido atacado durante su viaje. Los personajes empiezan una persecución y son a su vez perseguidos por el ejército buscando a los culpables de la aparente muerte de Javea. Durante la huída, Renly les salva el culo una vez más enfrentándose a sus propios hombres para dejar escapar a los jugadores. Estos se adentran en las estribaciones de la montaña de Echo.

Tras unos enfrentamientos con osgos, los jugadores llegan a una explanada en la que un extraño ritual está llevándose a cabo. En el interior de una cabaña, 9 figuras encapuchadas se encuentran practicando extraña magia sobre el cuerpo inánime de Javea. Una cuadrilla de osgos vigila el exterior aparentemente aterrados por lo que está sucediendo.

El ritual finaliza y se hace de día. Los jugadores se acercan a la cabaña y ven el cuerpo desnudo de Javea sobre el altar, la recogen y escapan con ella pero son interceptados por un semielfo que les reta. Uno por uno, el guerrero acaba con todos ellos hasta que en el último suspiro Jank termina con su vida de un tajo certero.

Los personajes se recuperan de sus heridas no así Javea que empeora por momentos pese a los cuidados de la clérigo. Vuelven a Zet. La voz de alarma ha corrido por Bayes y los personajes son puestos en busca y captura. Renly Whipple es arrestado por traición. Los PJ deciden ir a la isla de la profecía si bien no tienen claro cómo hacerlo. Aaron Whipple y sus amigos les encuentran antes que el ejército y planean un asalto a la embarcación del primogénito de los Whipple. Recuperan a 'Alice' y parten rumbo a la isla.

Una vez en ella, Javea vuelve a la vida poco a poco y unas extrañas inscripciones aparecen sobre una placa metálica. Es dracónico y aparentemente la miembro del consejo ha perdido la capacidad de comprenderlo. Con la tablilla a cuestas los jugadores optan por volver a Red Hook.

En la ciudad del cabo hay rumores de guerra. Renly Whipple ha sido ajusticiado y las noticias de un ejército mercenario orco acechando la región están en boca de todos y hace que el ambiente sea gélido. Dos días más tarde los monstruos sitían Red Hook. Durante las negociaciones, Jonas Whipple se reúne con Aicre Odass, el general humano de enlace, y acuerda entregarse y rendir la ciudad a cambio de que no haya batalla. Sus consejeros lo desaprueban pero él sale a hurtadillas con ayuda de miembros de la guardia y rinde la ciudad en mitad de la noche. El gesto no sirve de nada y los orcos atacan al alba.

Los jugadores parten a recuperar a Jonas atravesando el campo de batalla mientras el grueso del ejército de Red Hook se enfrenta a los humanoides. Jonas está demasiado bien protegido y apenas llegan a su celda, pero un acontecimiento externo les ayuda. Los misteriosos hombres de negro de la ciénaga hedionda hacen aparición provocando la huída de los orcos. La ciudad se lame las heridas y los dirigentes se reunen en cónclave para decidir los siguientes pasos. Jonas envía un cuervo a Crow indicando que se exilia y renuncia al gobierno de Red Hook y Daemetrius exige que los jugadores y Javea sean llevados a la capital para un juicio justo. Aparentemente todo el mundo está de acuerdo, lo que no evita que los personajes y Javea huyan esa misma noche en 'Alice' rumbo a la isla de Lorn, ubicada a escasos kilómetros de la ciudad de Crow...

lunes, 19 de octubre de 2009

Kormak III

- Grupf, grlob, slorb...

Os mataré miserables, os mataré por impedirme cumplir la misión de mi dios, destruiré vuestra alma, os atraparé por siempre en una no-vida en la que la desesperación será vuestra única compañera...

- Parece que intenta decir algo...
- Sus ojos lo dicen todo. Adiós, Kormak.

* Tchunk *

Acero frío dolor hueso.

"- Oculta a los niños, yo saldré a ver que pasa fuera... Por si acaso, prepárate para lo peor.
- De acuerdo y... ten cuidado.
- No te preocupes. Chicos, ya sabéis, esto es como las otras veces que hemos jugado, ¿vale? Ahora, haced caso a vuestra madre y todo saldrá bien..."

"- Comprendo lo que dice, pero, ¿no es cierto que al final la única vencedora en toda batalla es la muerte? Ella es la única que acaba recogiendo frutos de cada conflicto. No importa el número de veces que se salve a una persona, al final acabará aceptando su gélido abrazo. No es sino cuestión de tiempo.
- Pero hay una diferencia entre ambos pasos. Una diferencia que a pesar de haber mencionado, no se si usted aprecia, o quiere apreciar.
- ¿Y cual es?
- El tiempo que dista entre ambos casos. Tiempo que podemos usar para seguir viviendo, crecer, disfrutar, amar...
- ¿¿Tiempo?? ¿¿Tiempo para seguir viviendo... para AMAR?? ¿Que sentido tiene amar cuando al final todo se convierte en polvo? ¿Qué sentido tiene buscar consuelo en otro ser mortal y débil como nosotros, repleto de inseguridades y miedos? ¿Qué sentido tiene... querer... cuando al final todo muere? No, la vida no es sino una sucesión de tormentos, y aquellos que lo niegan no son sino unos necios."

"- ¿Por qué haces esto...?
- ¿Por qué? Si tu pregunta es por qué sigo el camino de mi dios, te diré que es por convicción. Si me preguntas porque hago esto, te diré que por diversión. Y si lo que me estás preguntado es porqué voy a acabar con tu vida... supongo que es una mezcla de ambas.
- Pero... no puedes hacer esto, somos compañeros...
- ...
- Bah, hazlo, sucio hijo de perra. Espero que pronto te reúnas con tu dios.
- Espero, sinceramente, lo mismo."

"- ¡Eh, tú! La ciudad va a quedar sitiada por un ejército de orcos y necesitamos toda la ayuda que nos puedan prestar. ¿Aceptarías ponerte al servicio de la ciudad a cambio de unas monedas? No es mucho dinero pero...
- La posibilidad de matar... orcos... es casi toda la recompensa que necesito...
- Hum... De acuerdo entonces, preséntate en el pabellón para reclutas temporales que hay montado en el cuartel."

Os mataré... os mataré... os... osss...

.

martes, 13 de octubre de 2009

Alana Leenda "Estoque" V

Se despertó sobresaltada y envuelta en sudor. Apenas un segundo más tarde, su arma apareció en la mano y apuntó a las sombras que formaban la hoguera.

Silencio.

- Mierda.

Dejó su estoque en el suelo, pegado a su cuerpo y se acomodó entre las pieles que formaban el saco en el que dormía. Apenas había podido dormir desde el día en que degolló a Kormak; horribles pesadillas de fuego y odio asaltaban su sueño haciendo de cada noche un descenso a los infiernos. Sólo por estos sueños, se dijo, merecía la pena haber acabado con el sacerdote.

Cerró los ojos y, una noche más, soñó fuego.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Kormak II

- ¡Habla! ¿Cuantos más sois y porqué estáis aquí?
- No puede hablar... tiene una flecha prácticamente atravesándole la tráquea...
- ¡Bah! ¡Entonces no me sirve!

Con una patada, rompió el cuello de aquel pobre desdichado. El sonido de los huesos partiéndose, música para él, pareció incomodar a sus compañeros.

- Le he aliviado sufrimiento, habría tardado horas en morir. Aún me tendría que estar agradecido.

Sus ojos se encontraron con los de la espadachina, quien le mantuvo la mirada, orgullosa. "Algún día mi mangual beberá tu sangre, y tu cuerpo muerto seguirá mis órdenes sin rechistar, insolente perra..."

- Movámonos. Estos infelices ya no pueden proporcionarnos más entretenimiento. Sigamos buscando.

Dando una última patada al cuerpo que yacía a sus pies, Kormak echó a andar hacia delante.

lunes, 5 de octubre de 2009

Alana Leenda "Estoque" IV

La inyección de adrenalina subió por sus venas lanzándola hacia adelante a toda velocidad. Al final de la gran escalera vio cómo la puerta que tenía al frente se abría y un humano con armadura de cuero salía al pasillo. Su cara de perplejidad cambió a la de terror cuando la antorcha que portaba Leenda salió despedida contra su rostro impactando de lleno sobre él.

Las horribles quemaduras de su piel fueron el preludio del estoque de Leenda atravesando su corazón. El sectario cayó muerto antes de poder apreciar el semblante de su verdugo. Alana entró en la habitación que ocupaba su enemigo y cerró la puerta.

- Veamos qué se cuece aquí dentro.

La habitación estaba ciertamente destartalada y nada de valor parecía haber en los desvencijados muebles que la ocupaban.

- Pf, menudo éxito.

Alana descolgó su ballesta del cinto y abrió la puerta por la que había entrado de una patada justo a tiempo de escuchar un estampido sónico procedente del piso de abajo. Giró la cabeza y vio al clérigo de ojos sádicos descolgando su mangual. Alana alzó la vista al techo.

- Noikai, no soy de rezar mucho, pero si un día me quedo sola con este histérico, por favor, concédele una muerte lenta y dolorosa.