miércoles, 14 de abril de 2010

El gran héroe

El cuerpo inerte de Samlara estaba siendo arrastrado hacia las profundidas de la oscuridad por una criatura monstruosa.
- "Si es cierto que algún tipo de Dios ha creado esa abominación, debía estar borracho cuando lo hizo" - pensó Wurden.
Unas fauces repulsivas asomaban de su ¿cabeza? y el resto del cuerpo tubular no ayudaba a mantener la última ración de gulp en el estómago.
La reacción no se hizo esperar:

- ¡A por él! - gritó el monje.

Otros gritos de guerra se le unieron y saltaron todos a por el animal. El primer puñetazo le hizo soltar a su querida clériga. Una fugaz victoria.
Uno, dos, tres flechazos, patadas, y mandobles confluyeron en el cuerpo del animal, que resistía tenázmente gracias a una fuerte coraza natural que le potregía sus pútridas entrañas.
Y entonces contraatacó, y uno a uno, fueron cayendo.
Primero Mornan, que se había incorporado al combate sin tiempo de colocarse su armadura, y que se desplomó inconsciente. Luego Wurden, que recibió un bocado de las impías mandíbulas del animal, y que quedó prácticamente incapacitado en el suelo. Y por último Gery, que, fuerte como siempre, resistió hasta que la alimaña aquella centro toda su atención en ella, dejándola desangrándose entre los cascotes.

Pero allí estaba él, Yank, armado con su arco, probado casi inútil contra las protecciones del ente que combatían denodadamente.
Wurden cruzó su mirada con la del explorador, y lo vio en sus profundos ojos. Había tomado una resolución, y no había nada que se pudiese hacer. El monje tuvo el privilegio de seguir consciente mientras se desarrollaba ante su impotente mirada la escena más heróica de las que seguramente jamás vio, y de las que nunca vería.
Las gráciles manos del montaraz dejaron que su fiel arco resbalase entre sus dedos, casi a cámara lenta, mientras una de ellas se deslizaba por su cinto en dirección a su espada. La aferró, con la fuerza con la que solo un ser cuya memoria será inmortal puede hacerlo, y la desenvainó a medida que saltaba entre los cuerpos maltrechos de sus compañeros de fatigas, en línea recta hacía el causante de parte, y chivo expiatorio de todo el mal que había caído sobre ellos.

Su brazo enarboló el arma y la descargó sobre la testa de su enemigo, mientras éste cerraba sus serradas pinzas en torno al torso de bien formado guardabosques, y así, fundidos en un abrazo mortal, Yank dió su vida por la de sus compañeros.

Wurden se limpió las lágrimas y miró a sus compañeros, heridos, vendados y remendados, tendidos en charcos de su propia sangre, que aún se preguntaban donde estaba el que faltaba entre ellos.

- Lo siguiente que recuerdo es que ví un reflejo en el suelo. Era mi ballesta, cargada - sorbió e intentó recobrar la compostura -. Apunté al animal que se llevaba a Yank y disparé.

Hizo un gesto con la cabeza en dirección a la informe masa apenas visible tras la esquina.
Se miraron en silecio. No hacía falta que dijeran nada, porque todos sabían lo que estaban pensando:

Nunca le olvidaremos...

3 comentarios:

Kineas dijo...

Tio, yo quería más emotividad. Te has centrado en el papel sin importancia de Wurden.

La estrella fue Yank! La estrella que dejó de brillar, quiero decir.

Tu subconsciente dijo...

Venga, los dos sabemos que si me centro más en el terminaría sacando algún trapo sucio, algo relacionado con una barca y un tumulario, ciertas reticencias mostradas...admitámoslo, esas líneas son lo mejor y al mismo tiempo lo único bueno que hizo yank ! XDDDDDDD
PD: es broma laura, todos sabemos que yank era buena gente...,era...

La nuit dijo...

A veces os pasais mogollón, pero sois tan graciosos que se os perdona todo xDDD