jueves, 25 de marzo de 2010

De Sira y Mornan

Sira... Mi Luz... qué me ocurre... Turbulentos pensamientos azotan mi conciencia, largo tiempo hace que el sueño dejó de suponer descanso...

Desde que me acogiste bajo tu cálido amparo y tu sabiduría y bondad comenzaron a guiarme, mi existencia parecía comenzar a cobrar sentido. Pero ahora, súbitamente, sumido en esta oscuridad infranqueable, siento zarandearme al borde de la locura, serpeando miserablemente sobre un ondulante y enfermizo filo del cual podría caer en cualquier momento, a un abismo del que no sé ni si, siquiera Tú, podrías rescatarme...

Te he fallado, Madre, me he fallado a mí mismo, pero lo que más duele y más desquicia, he fallado a mis amigos, a aquéllos que confiaban en mí... Oh, Sam... He dispuesto de sus vidas como algo vano y eso es algo que resulta difícil de perdonar. Siento perderme en un laberinto fangoso, hundirme en unas lóbregas marismas, azotado por el miedo y la incertidumbre.

Sira, guíame, guíame como sólo Tú puedes hacer, demuéstrame que aún puedo confiar en mí, que la sombra no me ha consumido... devuélveme la esperanza... que tu amor sea mi cordura y tu justicia me dé fuerzas allí donde éstas hace tiempo desaparecieron...

En los túneles de la noche eterna

-Porque... ¿Sabrá por donde vamos, no? -preguntó Samlara, sin poder ocultar cierto nerviosismo.
-Por undécima vez en lo que va de día, sí, lo sabe. Ella es muy lista, sabe muchas cosas, parece mentira que no confíes en ella.
-¡No es que no confíe en ella...! Es sólo que estos túneles me ponen nerviosa...
-Todos estamos nerviosos -sentenció Mornan.
-Sí, sí, supongo que sí...

Margaery y Javea, unos pasos por delante de ellos, se detuvieron. Enfrente, apenas visible en el umbral de luz de la antorcha, se veía un gran charco de agua estancada flanqueado en sus orillas laterales por una figuras grandes con forma de hongo.

-¿Qué es eso? ¿Qué pasa? ¿Qué son esas cosas? -Samlara apareció entre ellos, mirando con ansiedad la escena.
-Cálmate, maldición. Parecen ser simplemente hongos...
-Aquí abajo nada es simplemente algo, seguro que lanzan nubes de veneno, o nos atacan con tentáculos, o cualquier otra cosa...
-Disculpad un momento -Yank se acercó desde el fondo de la fila, mirando con detenimiento las formas fúngicas-. Son un tipo de hongo gigante que crece en la infraoscuridad. No son peligrosos, al menos no son peligrosos por si mismos, pero tenemos que tener cuidado de no acercarnos mucho a ellos, o de no alumbrarlos.
-¿Por qué? ¿Qué pasará si lo hacemos? ¿Esparcirán nubes venenosas? No quiero que esparzan nubes venenosas...
-No, tranquila Samlara, no esparcen ningún veneno. Si nos detectan de alguna forma reaccionarán emitiendo un ruido muy agudo, similar a un grito, y a un volumen suficiente como para que nos oigan todas las criaturas que estén cerca. Atenuemos las luces y crucemos en fila india por en medio del charco.

Se adentraron con cautela en la charca, que demostró no tener más de medio metro de profundidad. El olor a agua estancada les llenaba los pulmones, el agua helada les congelaba las piernas, la oscuridad que dejaban atrás se cerraba como queriendo atraparles dentro. En un par de ocasiones tuvieron la sensación de que algo se movía entre los hongos, pero en ningún momento llegaron a entrever nada.

Finalmente, a los pocos minutos, alcanzaron el otro lado. Descansaron unos instantes mientras la tensión acumulada se desvanecía. La caverna nuevamente se estrechaba formando un pasillo, un poco más ancho esta vez, lo suficiente como para que cuatro personas pudieran andar cómodamente codo con codo.

-Bien, bien, ya hemos dejado atrás esos asquerosos hongos - Samlara soltó un largo suspiro y respiró con tranquilidad-. No aguanto estas malditas cavernas, siempre oscuras, tenebrosas, silenciosas... Me ponen los pelos de punta. Además, tengo la sensación continuamente de que...
- ¡Chist! ¡Silencio! ¡Creo que he visto algo moverse más adelante! -exclamó Gery.

Todos miraron al frente del pasillo fijamente, pero nada se movía en el mar de sombras que la antorcha no alcanzaba a disipar.

-Sigamos, quizás... quizás me lo haya imaginado... -con determinación, avanzaron de nuevo, sólo para detenerse nuevamente unos pasos más adelante.
-¡Ahí! ¡Mirad! -gritó Gery de nuevo.
-¡Lo veo, es como... es como... un humanoide! -Samlara cogi con una mano el símbolo de Sira mientras con la otra agarraba a Mornan.
-Si no me equivoco... es un grimlock... sirvientes de una raza vil llamada azotamentes... y creedme, si los cuentos que me contaban de pequeño son ciertos, a esos no queréis conocerlos... -Yank descolgó su arco y colocó una flecha en él- Son crueles y violentos, no tengáis piedad.
-Lo que son, es carne muerta -Margery desenvainó la espada mientras andaba hacia ellos.

Apenas había dado un par de pasos cuando escucharon algo pesado caer tras ellos.

-¿Qué...? ¿Más de esos bichos...? Yo me encargo -Mornan alumbró la retaguardia-. Mmm... no veo na... ¡Ah, coño, joder! -gritó con dolor. Unas marcas de dientes aparecieron en su brazo-. Mierda, yo... ah... me siento... débil...

Samlara tomó el símbolo de Sira con ambas manos y musitó una oración: "Sira, Madre Eterna, tus hijos te necesitan en esta hora de peligro. Cúbrenos bajo tu sagrado manto". Notaron como una energía cálida nacía en su interior, haciéndoles sentir más fuertes, más seguros.

Margaery se situó en medio del túnel, junto a Wurden, formando una barrera difícil de pasar por la aparentemente interminable marea de grimlocks. Los cuerpos iban amontonándose a sus pies con cada golpe que daban. Mornan, en el otro extremo, intentaba golpear sin éxito a un enemigo invisible que poco a poco iba debilitándole. El espadón, que habitualmente manejaba con soltura, parecía haber duplicado su peso, siendo incapaz de hacer otra cosa con él que no fuera moverlo de lado a lado.

-Yo... Coño... Sam... Sam, estoy muy débil... -jadeó el guerrero.
-No se que hacer... Quizás... -en una ocasión en que Mornan retrocedió tras ser atacado de nuevo, Samlara aprovechó para abrir su mochila y coger uno de los muchos frascos de aceite que guardaba. Poniéndose a su lado, lo destapo y lanzó al aire su contenido, el cual, tras volar poco menos de un metro, cayó al suelo sin haber impactado en nada-. Maldición, pensé que igual podía...
-Vuelve... atrás... aquí no estás... segura...

De repente, emitiendo un chillido furioso, una araña enorme apareció de entre las sombras. Su boca amenazante se abría y cerraba de manera compulsiva, deseosa de saborear a sus presas. Fijó su atención en Yank quien, concentrado en evitar que los grimlocks flanquearan a sus compañeros, no se había dado cuenta del nuevo peligro.

-¡Granjero... araña! -gritó Mornan, poniéndose en la trayectoria del insecto- ¡No... vas a pasar...! ¡No mientras Mornan siga en pie!

La araña gritó por la frustración de verse temporalmente privada de su presa, y su grito fue respondido por otra compañera que cayó del techo, donde había estado oculta esperando su oportunidad, situándose en la zona segura que el grupo había dejado en el medio del túnel.

Samlara intentó retroceder, pero esta nueva araña le impedía el paso. De repente notó un dolor agudo y profundo en su hombro izquierdo, cuando unos dientes invisibles se cerraron con fuerza sobre su carne. Instintivamente, tiró de su cuerpo hacia delante, intentando librarse de la presa que amenazaba con arrancarle el brazo. Sintió como los dientes puntiagudos desgarraban su carne. Empezó a marearse debido al dolor, el mundo comenzó a girar a su alrededor. Súbitamente, la maza pesaba tanto que era incapaz de sostenerla, la armadura la clavaba al suelo, impidiéndola moverse. Algo en los límites de su visión se movió con rapidez y la golpeó con fuerza en la cabeza. Perdió el sentido del equilibrio y quedó tendida en el suelo. Intentó levantarse, pero los miembros no le respondían. Un incómodo pitido sustituyó a la vorágine de sonidos de la batalla. Vio a Mornan observarla con una expresión de miedo en su rostro habitualmente fanfarrón. Quiso hablarle, tranquilizarle, "Cálmate, Mornan, con esa cara estás todavía más feo que de costumbre. No me pasa nada, estoy bien. Sólo quiero descansar un poco", pero las palabras morían antes de salir de su boca. El guerrero desapareció de su campo de visión. El techo palpitaba con las oleadas de luz que le llegaban de alguna antorcha. Al poco, alguien por fin apagó la luz, y ella pudo dormir en paz.

martes, 23 de marzo de 2010

Muerte de un héroe

Perder a un personaje longevo pesa. Pesa en muchos sentidos y soy consciente de eso. Es cierto que he jugado muy poco y que cuando he jugado nunca he llevado mi personaje más de cuatro o cinco partidas. Pero cuando diriges, el vínculo entre DM y pj's es grande, en algunos casos más grande que entre el propio jugador y su alter ego. No en vano, un DM idea una partida, la equilibra y crea historias que puedan interesar a los jugadores, siempre teniendo en cuenta los personajes que estos juegan. Romper este equilibrio no es fácil en absoluto y cuando alguien particularmente carismático muere, el golpe es doble.

El domingo murió un gran personaje. Un personaje que era poco simpático, muy engreido y bastante irritante... vamos, lo que viene siendo un gran personaje. Con él murió parte de la ilusión de su jugadora y parte de la ilusión de la campaña... y es normal, y es sano. Los héroes se juegan la vida cada vez que descienden a una catacumba, cruzan un rio o atraviesan una maldita puerta. Si esto no fuese así, jugar no supondría un reto y desde luego no sería tan divertido.

Shit happens Laura. Jank era un gran guardabosques. Enmarca su ficha.

lunes, 8 de marzo de 2010

En la suboscuridad

Javea despertó sobresaltada. Llevaba una semana dándole vueltas a algo en la cabeza, había una pieza que no encajaba y se desesperaba por saber cuál era. ¿Qué era lo que había pasado por alto? Se incorporó y se puso a remover a oscuras en la mochila hasta que localizó su libro de apuntes, lo sacó y metió su pequeña mano en otro compartimento sacando una bolsita de cuero que le habían regalado los moldeadores.

Mornan, tumbado a su lado, gruñó. Javea dejó de moverse, posó una mano cálida sobre su hombro y el guerrero pareció instantáneamente en paz.

Abrió la bolsita, cogió una de las piedrecillas de su interior y la puso sobre el cuaderno abierto. A los pocos segundos, el guijarro comenzó a emitir un brillo blanco-azulado bañando las letras y permitiendo de esta manera la lectura. Pasó las hojas con cuidado de no hacer ruído.

Y allí estaba.

Bueno, podía ser una coincidencia. Bostezó. Cerró el cuaderno y guardó sus cosas de nuevo en la mochila.

Una coincidencia, sí. De todos modos mañana lo hablaría con Samlara, quizá ella lo viese distinto.

Javea cerró los ojos y al fin durmió tranquila.

domingo, 7 de marzo de 2010

Velando

Se acercó al cuerpo decapitado de Sir Drognak. Le tendió sobre su espalda y le cruzó los brazos a la altura del pecho. Le parecía que así, al menos, guardaba un poco más de dignidad en su muerte.

Encontró la cabeza a unos pocos palmos de distancia sobre la hierba, mirando a la distancia como si se avergonzara de ella. La cogió delicadamente con las dos manos y le dio la vuelta. Unos ojos furiosos la contemplaban impasibles. Súbitamente, la cabeza empezó a hablar:

-¡Me abandonasteis! -exclamó, rezumando desprecio.
-¿Qué...? ¡No...! ¡No teníamos más remedio! ¡Hubiéramos muerto todos!
-¡Me dejasteis solo! ¿Esa era la ayuda que me ofrecíais? ¡Panda de inútiles peleles, no conseguisteis nada!
-¡Lo intentamos! ¡Lo intentamos lo mejor que pudimos! ¡La situación...!
-¡No me servisteis en vida, pero al menos me serviréis en la muerte!

Notó como una mano le agarraba el brazo. Al girarse vio como el cuerpo de Sir Drognak se había levantado y la agarraba con un brazo mientras con el otro se preparaba para descargar un golpe con la espada.

-¡No...! ¡No! ¡No! -cerró los ojos mientras se encogía sobre si misma, demasiado asustada para hacer nada.
-¿Sam...? ¿Samlara? -susurró una voz.
-¡N...! ¿Eh...? ¿Eh, qué...?

Abrió los ojos. Margaery la empujaba suavemente en el brazo, intentando despertarla.

-¿Estás bien? Acabo de entrar y te he visto agitarte en sueños, ¿alguna pesadilla?
-Si, era... bueno, nada, no era nada... -tuvo un escalofrío-. Supongo que me he quedado dormida en algún momento de la noche... Yo... quería velar a Javea por si surgía algún problema...
-No te preocupes, ya me puedo quedar yo.
-No, no es necesario... noto como la fuerza de Sira renace en mi al iniciar el nuevo día. Mi diosa ha tenido a bien otorgarme un día más su bendición. Ahora puedo hacer algo más por ella que velarla. Espera.

Se acercó a la cama y extendió las manos sobre el pecho de Javea. Sus manos irradiaron una luz de tono cálido durante unos segundos. Al poco, Javea empezó a respirar con mayor regularidad.

-Aún no está recuperada del todo, pero ya está fuera de peligro -juntó las palmas de las manos a la vez que murmuraba "Gracias, Sira".

Acarició su suave pelo liso. El blanco casi plateado que había adquirido tras haber vuelto del coma le daba un aire adulto, apuntando a lo que sería una deslumbrante juventud.

-La verdad, entiendo por qué la miran tanto... Me da una cierta envidia. Es decir, no me da envidia que la miren, pero sí que sea tan guapa... Quizás si fuera así...
-¿Quizás si fuera así...?
-Nada, un pensamiento perdido...
-Mmm... ¿Quizás si fueras así... alguien se fijaría en ti...? ¿Alguien... conocido?
-¿Tu también vas a empezar con esas tonterías, Gery? Tengo suficiente con aguantar a Mornan todo el día, ¿sabes?
-Vale, vale...
-Por cierto, ¿qué pasó con Wurden? Cuando le encontré estaba a un paso de la muerte...
-¡Ja! La verdad, es una buena historia...