miércoles, 3 de noviembre de 2010

El festín

Ratas. Normalmente las ratas no salían a la superficie hasta la oscuridad de la noche, más en estas fechas en que las mañanas empezaban a ser frías. Melquiades cogió la escoba y empezó a echarlas de la acera próxima a su tienda con movimientos enérgicos, a golpes.

Con la cabeza gacha y el rostro ceñudo, el tendero fue expulsando a las intrusas maldiciendo por lo bajo la enorme cantidad de estas que parecía haber hasta que, de sopetón, se encontró con lo que había atraído a sus peludas enemigas a las puertas de su tienda.

Bajo cuatro ratas de enorme tamaño, lo que parecía una montaña de carne desgarrada, todavía sangrante en zonas, quemada en otras, yacía destrozada. Melquiades tuvo una arcada. La náusea le hizo doblarse y finalmente vomitó sobre los restos humanos que habían aparecido en la puerta de su morada.

3 comentarios:

La nuit dijo...

Miedo me da preguntar lo que nos espera...

InsertCoin dijo...

Que maleducado este Melquiades. Las ratas le traen rica carne asada a su tienducha y así se lo agradece. Pues muy bien.

No, espera, quizás algo se me escapa... xD

Kineas dijo...

Que no te de miedo, a terrores más grandes os habéis enfrentado.

¿O es que ya no te acuerdas de Wurden?

Y sí, me da en la nariz que algo se te escapa mi querida Zoe...