El grupo de intrusos salió de las ruinas en formación. Haber llegado allí indicaba que no eran novatos, pero sus movimientos lentos y poco coordinados tampoco inspiraban admiración. Además, no habían entrado en el cubil y éste no era de los más complicados de violar. El líder habló con ellos entonces con su voz profunda que pocas veces era utilizada.
Fue una conversación corta en la que, como siempre que ocurría algo parecido, la información sólo fluía en una dirección. El líder sabía cómo manejar esas situaciones bien y él debía estar atento para aprender. Algún día sería él el líder y debía prepararse lo mejor posible para ese momento.
A los pocos minutos, los extraños se fueron por donde habían venido sin ofrecer resistencia. Sin duda otros les seguirían sólo para dar paso a los siguientes y así perpetuarse en un ciclo infinito que venía repitiéndose centenares de años.
Daba lo mismo: la Orden estaría siempre preparada.
domingo, 27 de junio de 2010
sábado, 19 de junio de 2010
Sueños pasados por barro
La balsa empezó a levantarse por un extremo peligrosamente, amenazando con tirarla al agua si continuaba así. Intentó agarrarse a algo pero no había nada en aquella maldita tabla lisa que pudiera usar. Se tiró al suelo mientras esperaba que eso bastara para impedir que cayera, pero la balsa seguía inclinándose. Algo pequeño le golpeó el cuerpo y despertó.
Súbitamente, mientras los últimos jirones de sueño se escondían, recordó donde y con quien estaba, en aquel asqueroso pantano, con los compañeros de Sam. Tardó un poco más, no obstante, en percatarse de que realmente se estaba cayendo de la roca en la que estaba durmiendo hasta hace unos instantes. Una voz le dijo que agarrara su mano y ella, instintivamente, extendió los brazos desesperada en su dirección, consiguiendo encontrarla y agarrándose a ella como si no hubiera otra cosa en el mundo. Al poco, sin embargo, el apoyo de aquella mano también cedió y terminaron por caer ambos, en lo que le parecieron unos segundos muy largos, al fangoso suelo.
Completamente despejada, vio a Ivy levantándose de encima de ella y murmurando una disculpa:
-Vaya, siento haber caído encima de ti... euh, que desgraciada casualidad, pero oye, al menos estamos bien, ¿eh? jeje...
-¿Casualidad...? Tengo la sensación de que mientras caíamos te ponías de forma que...
-¡Zoe, Ivy! ¿Estáis bien? -preguntó Margaery, apareciendo en mitad de la noche.
-Si, si, estamos bien, después de todo tampoco ha sido tanta altura... ¿qué ha pasado? -preguntó Zoe mientras buscaba su mochila.
-Por lo visto habíamos formado nuestro pequeño campamento sobre la espalda de algún tipo de ser, quien ha tenido a bien levantarse en mitad de la noche. Bueno, al menos no nos ha visto, o no le hemos importado lo suficiente como para mirarnos... Recoged las cosas, deberíamos buscar una nueva localización para pasar la noche.
Mojada, con la túnica embarrada, habiendo dormido poco y algo magullada, casi tenía ganas de llorar. ¿Qué fue lo que vio Sami para irse del templo y dedicarse a esto? Bueno, sabía cual había sido su primer impulso, pero ¿qué la hizo seguir adelante una y otra vez? Recordó que en una ocasión en que les envió un mensaje, les decía que tenía la sensación de que no era tanto su voluntad la que guiaba sus pasos, sino que el destino les ponía pruebas en las que, por algún motivo, tenían que estar a la altura. Le extrañó en su momento, y le seguía extrañando ahora. Desde luego, ella no veía ningún tipo de destino en aquella estúpida ciénaga.
De pronto notó que se había partido un par de uñas en algún momento del episodio de la caída. Genial, simplemente genial. Mojada, con la túnica embarrada, con sueño, magullada y además con las uñas rotas. Estúpida ciénaga, ¿que podría ir peor ya?
Un ruido procedente de su espalda la alarmó. Vio a Ivy corriendo hacia ellos (¿En que momento se había ido? Aquella chica tenía la perturbadora costumbre de andar siempre desapareciendo) mientras gritaba algo.
-¡... corred! El ruido aquel que oíamos... Era un bicho de los que... ¡Corred!
Súbitamente, mientras los últimos jirones de sueño se escondían, recordó donde y con quien estaba, en aquel asqueroso pantano, con los compañeros de Sam. Tardó un poco más, no obstante, en percatarse de que realmente se estaba cayendo de la roca en la que estaba durmiendo hasta hace unos instantes. Una voz le dijo que agarrara su mano y ella, instintivamente, extendió los brazos desesperada en su dirección, consiguiendo encontrarla y agarrándose a ella como si no hubiera otra cosa en el mundo. Al poco, sin embargo, el apoyo de aquella mano también cedió y terminaron por caer ambos, en lo que le parecieron unos segundos muy largos, al fangoso suelo.
Completamente despejada, vio a Ivy levantándose de encima de ella y murmurando una disculpa:
-Vaya, siento haber caído encima de ti... euh, que desgraciada casualidad, pero oye, al menos estamos bien, ¿eh? jeje...
-¿Casualidad...? Tengo la sensación de que mientras caíamos te ponías de forma que...
-¡Zoe, Ivy! ¿Estáis bien? -preguntó Margaery, apareciendo en mitad de la noche.
-Si, si, estamos bien, después de todo tampoco ha sido tanta altura... ¿qué ha pasado? -preguntó Zoe mientras buscaba su mochila.
-Por lo visto habíamos formado nuestro pequeño campamento sobre la espalda de algún tipo de ser, quien ha tenido a bien levantarse en mitad de la noche. Bueno, al menos no nos ha visto, o no le hemos importado lo suficiente como para mirarnos... Recoged las cosas, deberíamos buscar una nueva localización para pasar la noche.
Mojada, con la túnica embarrada, habiendo dormido poco y algo magullada, casi tenía ganas de llorar. ¿Qué fue lo que vio Sami para irse del templo y dedicarse a esto? Bueno, sabía cual había sido su primer impulso, pero ¿qué la hizo seguir adelante una y otra vez? Recordó que en una ocasión en que les envió un mensaje, les decía que tenía la sensación de que no era tanto su voluntad la que guiaba sus pasos, sino que el destino les ponía pruebas en las que, por algún motivo, tenían que estar a la altura. Le extrañó en su momento, y le seguía extrañando ahora. Desde luego, ella no veía ningún tipo de destino en aquella estúpida ciénaga.
De pronto notó que se había partido un par de uñas en algún momento del episodio de la caída. Genial, simplemente genial. Mojada, con la túnica embarrada, con sueño, magullada y además con las uñas rotas. Estúpida ciénaga, ¿que podría ir peor ya?
Un ruido procedente de su espalda la alarmó. Vio a Ivy corriendo hacia ellos (¿En que momento se había ido? Aquella chica tenía la perturbadora costumbre de andar siempre desapareciendo) mientras gritaba algo.
-¡... corred! El ruido aquel que oíamos... Era un bicho de los que... ¡Corred!
martes, 15 de junio de 2010
Rencillas y tensiones
- Creo que es por todos conocido que mi hijo, el príncipe Regnus Levin, fue atacado por un grupo de mercenarios contratado por Lord Whipple hace dos noches. La infamia...
- Recuerdo a todo el mundo que nadie sabe quién contrató a ese grupo de mercenarios. Si es que alguien lo hizo.
- Oh, por Renna. ¡Daemetrius! ¡Cínico embustero! ¿Cómo explicas entonces que al día siguiente, de buena mañana, el Whipple se sentase en su trono en Red Hook? ¿Es adivino acaso?
Cyric Temple golpeó el suelo con su pesado bastón metálico, haciendo que todo el mundo se volviese hacia él.
- Por favor Lady Levin. - Su voz era ronca, su tono cansado - Intentemos no descalificar a nadie. La situación es tensa, pero mostrémonos como los dirigentes de esta nación que somos.
- Lo siento señor. No volverá a pasar.
- Bien, prosigue.
- Como iba diciendo, la infamia de esta actuación sólo puede ser castigada con la horca o el destierro de Lord Whipple y su familia. ¿Acaso es necesario que os recuerde todas las vilezas que han cometido en los últimos meses? La traición del capitán Renly Whipple, el secuestro de Lady Javea por parte de la hija menor o el hecho de que Aaron Whipple es uno de los cabecillas de la revuelta de Zet. El mal reside en el seno de esa familia ¡y es nuestro deber como dirigentes extirparlo!
- Jonas Whipple vio como su ciudad era atacada por una horda de orcos que tú habías contratado.
- El ejército orco fue contratado por el consejo, no por mi.
- Sobre el papel, pero todos los aquí presentes sabemos que tú lo impulsaste.
- Fue lo único que pude contratar por el dinero que me disteis. Además, ¿qué mas da orcos o humanos? Fue Jonas el que no se quiso entregar para su juicio en Crow. Los orcos sólo cumplieron las órdenes que le dimos. Que le dimos todos.
- Algunos más que otros... - murmuró Daemetrius.
- ¿Qué?
Los golpes del bastón de Cyric Temple atrajeron hacia sí las miradas de todos los presentes.
- Estoy harto. Harto de vuestras disputas en un momento como éste. Echo ha sido devastado por Negel, Red Hook ha sufrido cuantiosas pérdidas y Zet vive en estado de sitio desde hace dos semanas... Pensad en eso. Mañana a las 12.00 nos reuniremos de nuevo, no toleraré de nuevo amenazas e insultos. Haced los deberes en privado y venid con la cabeza templada. La sesión se suspende.
- Recuerdo a todo el mundo que nadie sabe quién contrató a ese grupo de mercenarios. Si es que alguien lo hizo.
- Oh, por Renna. ¡Daemetrius! ¡Cínico embustero! ¿Cómo explicas entonces que al día siguiente, de buena mañana, el Whipple se sentase en su trono en Red Hook? ¿Es adivino acaso?
Cyric Temple golpeó el suelo con su pesado bastón metálico, haciendo que todo el mundo se volviese hacia él.
- Por favor Lady Levin. - Su voz era ronca, su tono cansado - Intentemos no descalificar a nadie. La situación es tensa, pero mostrémonos como los dirigentes de esta nación que somos.
- Lo siento señor. No volverá a pasar.
- Bien, prosigue.
- Como iba diciendo, la infamia de esta actuación sólo puede ser castigada con la horca o el destierro de Lord Whipple y su familia. ¿Acaso es necesario que os recuerde todas las vilezas que han cometido en los últimos meses? La traición del capitán Renly Whipple, el secuestro de Lady Javea por parte de la hija menor o el hecho de que Aaron Whipple es uno de los cabecillas de la revuelta de Zet. El mal reside en el seno de esa familia ¡y es nuestro deber como dirigentes extirparlo!
- Jonas Whipple vio como su ciudad era atacada por una horda de orcos que tú habías contratado.
- El ejército orco fue contratado por el consejo, no por mi.
- Sobre el papel, pero todos los aquí presentes sabemos que tú lo impulsaste.
- Fue lo único que pude contratar por el dinero que me disteis. Además, ¿qué mas da orcos o humanos? Fue Jonas el que no se quiso entregar para su juicio en Crow. Los orcos sólo cumplieron las órdenes que le dimos. Que le dimos todos.
- Algunos más que otros... - murmuró Daemetrius.
- ¿Qué?
Los golpes del bastón de Cyric Temple atrajeron hacia sí las miradas de todos los presentes.
- Estoy harto. Harto de vuestras disputas en un momento como éste. Echo ha sido devastado por Negel, Red Hook ha sufrido cuantiosas pérdidas y Zet vive en estado de sitio desde hace dos semanas... Pensad en eso. Mañana a las 12.00 nos reuniremos de nuevo, no toleraré de nuevo amenazas e insultos. Haced los deberes en privado y venid con la cabeza templada. La sesión se suspende.
martes, 8 de junio de 2010
Paseando por la muralla
Allí en lo alto se estaba bastante bien. Por supuesto las guardias nocturnas eran un asco, pero de momento la temperatura era agradable; lo duro sería en invierno, cuando la brisa y la perenne lluvia hiciesen de esos paseos cualquier cosa menos un placer. Además, su compañero le caía bien, quizá hablaba demasiado y no parecía muy lúcido pero la compañía se agradecía.
- Oye Jhaled, ¿qué te impulsó a meterte en el ejército? Quiero decir... para mi es obligatorio porque soy de aquí pero tú eres extranjero.
Tardó unos segundos en responder. Jhaled parecía especialmente ausente esa noche.
- Fama y fortuna Jack, fama y fortuna.
Jack meneó la cabeza sin comprender muy bien.
- ¿Qué? ¿a ti te pagan algo?
- Bueno... me refiero a la fortuna del espíritu, claro. - Jhaled rió nervioso - Evidentemente no nos vamos a hacer de oro - Más risas nerviosas.
- Eres un tipo raro.
- Pero eso incrementa mi encanto.
- ¿Lo hace? No me había dado cuenta.
De pronto, un resplandor de luz hizo que Jack se girase nervioso. Jhaled miraba al frente sin pestañear.
- ¿Qué ha sido eso?
- ¿El qué?
- La luz. No me digas que no la has visto.
- Jack, estás muy raro esta noche.
- ¿Que yo estoy raro? ¡Pero si habrán visto el destello en Crow! Vamos a hablar con el sargento que desde lo de la noche pasada está bastante molesto con nosotros.
- ¡Espera! ¿Qué es aquello de allí?
Jack miró a donde le indicaba Jhaled. De pronto un mareo intenso le sobrevino y cuando se quiso dar cuenta su compañero de patrulla se lanzaba contra él. Del puro mareo se desplomó lo que hizo que Jhaled se tropezase y se cayese encima.
- ¿Qué demonios haces? - Preguntó Jack perplejo.
- Vi que te desplomabas e intenté ayudarte.
- ¿Quieres quitarte de encima, joder? - Jhaled reaccionó incorporándose rápidamente. - Sólo espero que nadie nos haya visto. Joder, lo que me faltaba, que aún encima se pensasen que somos pareja.
Jhaled enrojeció hasta límites insospechados. Aunque nadie podía verlo dada la oscuridad de la noche.
- Será mejor que bajemos a hablar con el sargento. - Continuó Jack - Están pasando cosas muy raras.
- Sí, será mejor...
- Oye Jhaled, ¿qué te impulsó a meterte en el ejército? Quiero decir... para mi es obligatorio porque soy de aquí pero tú eres extranjero.
Tardó unos segundos en responder. Jhaled parecía especialmente ausente esa noche.
- Fama y fortuna Jack, fama y fortuna.
Jack meneó la cabeza sin comprender muy bien.
- ¿Qué? ¿a ti te pagan algo?
- Bueno... me refiero a la fortuna del espíritu, claro. - Jhaled rió nervioso - Evidentemente no nos vamos a hacer de oro - Más risas nerviosas.
- Eres un tipo raro.
- Pero eso incrementa mi encanto.
- ¿Lo hace? No me había dado cuenta.
De pronto, un resplandor de luz hizo que Jack se girase nervioso. Jhaled miraba al frente sin pestañear.
- ¿Qué ha sido eso?
- ¿El qué?
- La luz. No me digas que no la has visto.
- Jack, estás muy raro esta noche.
- ¿Que yo estoy raro? ¡Pero si habrán visto el destello en Crow! Vamos a hablar con el sargento que desde lo de la noche pasada está bastante molesto con nosotros.
- ¡Espera! ¿Qué es aquello de allí?
Jack miró a donde le indicaba Jhaled. De pronto un mareo intenso le sobrevino y cuando se quiso dar cuenta su compañero de patrulla se lanzaba contra él. Del puro mareo se desplomó lo que hizo que Jhaled se tropezase y se cayese encima.
- ¿Qué demonios haces? - Preguntó Jack perplejo.
- Vi que te desplomabas e intenté ayudarte.
- ¿Quieres quitarte de encima, joder? - Jhaled reaccionó incorporándose rápidamente. - Sólo espero que nadie nos haya visto. Joder, lo que me faltaba, que aún encima se pensasen que somos pareja.
Jhaled enrojeció hasta límites insospechados. Aunque nadie podía verlo dada la oscuridad de la noche.
- Será mejor que bajemos a hablar con el sargento. - Continuó Jack - Están pasando cosas muy raras.
- Sí, será mejor...
miércoles, 2 de junio de 2010
Una conversación mañanera...
DM: jajjajaja
si no te gusta tu personaje, no habértelo hecho así
Chulk: yo no lo hice así
andrés lo han convertido en un delicuente convicto
un torturador
un pesetero y un ligón
exceptuando lo último, es como un calco de mis otros personajes, solo que ahora no tiene las cualidades para ser ninguna de esas cosas
quería que fuese el tipo que hablase y convenciese, no el que agarrase un madero en un barco y lo enarbolara en dirección a un capitán cabrón !
DM: siempre puedes devolverlo al redil
Chulk: que redil! que no es un cerdo, te repito que pretendo separarlo de los otros personajes!
si no te gusta tu personaje, no habértelo hecho así
Chulk: yo no lo hice así
andrés lo han convertido en un delicuente convicto
un torturador
un pesetero y un ligón
exceptuando lo último, es como un calco de mis otros personajes, solo que ahora no tiene las cualidades para ser ninguna de esas cosas
quería que fuese el tipo que hablase y convenciese, no el que agarrase un madero en un barco y lo enarbolara en dirección a un capitán cabrón !
DM: siempre puedes devolverlo al redil
Chulk: que redil! que no es un cerdo, te repito que pretendo separarlo de los otros personajes!
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