Nunca había creído en la estabilidad mental del clérigo. Pero ahora estaba convencida de que el pobre estaba realmente jodido de la cabeza. Desistió intentar entender la escena y revisó la estancia; una salida se abría a unos metros del centro y allí se dirigió con paso decidido. Se escuchaba un discurrir de agua unos metros más lejos y no tardó en encontrar la corriente de agua. Aparentemente los hombres que había oído minutos antes tenían que haber salido por allí.
- Espero que llevasen mucha armadura.
Se arrojó al agua sin más precauciones cayendo a través del río subterráneo en una pequeña laguna. Salió de ella y se limpió un poco aprovechando su agua. Miró a su alrededor mientras el resto del grupo seguía sus pasos saliendo, algunos dignamente, otros no tanto, de la pequeña laguna. No sabía muy bien qué se le perdía con la extraña cuadrilla: su lugar estaba en la ciudad y no en una maloliente montaña rodeada de tipos raros que poco tenían que ofrecerle...
Aparte de diversión, claro.
lunes, 28 de septiembre de 2009
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