Desde el principio lo vio claro. Nueve bandidos. Tocaban a dos por cabeza, más si se daba prisa.
Descolgó el hacha y antes de que los humanos apestosos se dieran cuenta se lanzó cargando contra el que parecía su líder. En su cabeza el plan era claro: Avanzar y matar, luego avanzar y matar otro poco. Llevaba días sin acabar con la vida de algo y la ocasión parecía prometedora.
Durante su carrera sintió el aguijonazo de tres flechas clavándose de manera superficial a través de sus capas de pieles. Sonrió pensando que al fin estaba vivo y lanzó un zarpazo con su gigantesca hacha que hirió superficialmente a su rival en el costado. Bueno, se divertiría un rato más.
El humano era bueno: con la hoja plana de sus espadas desviaba sus bastos golpes haciendo que sólo leves cortes asomasen en su piel mientras contraatacaba con destreza. Noeg se impacientó hasta que la suerte pareció cambiar. Utilizando gran parte de la fuerza que le restaba, atizó un golpe de arriba a abajo que sin duda habría matado a casi cualquier hombre que se le enfrentase. Casi estaba a punto de aullar de victoria cuando su rival se revolvió en una elegante finta, desvió parcialmente su ataque y asestó una estocada en las costillas al gigantón que perdió el conocimiento.
Noeg se sumió en un agradable sueño de sangre y dolor.
lunes, 27 de julio de 2009
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1 comentario:
Breve aventura vivimos, aunque aún nos queda la posibilidad de que nos quieran vender como esclavos: mala vida, pero vida al fin y al cabo.
Siempre nos quedará la posibilidad de escapar una vez recuperados de las heridas. Excepto a Thaïl, él ya no tiene escapatoria...
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